El que escucha serpientes, tarde o temprano, termina envenenado.
No importa cuantas veces la serpiente haya cambiado de piel, siempre será serpiente. Recuerda eso cuando hayas dado segundas oportunidades a personas que te han fallado.
Un veneno tan fuerte o más dañino que el de las serpientes, es el que está hecho con la maldad, chismes, odio e hipocresía.
La envidia es el más mezquino de los vicios, se arrastra por el suelo como una serpiente.
En la vida hay tanta gente venenosa que si se mordieran la lengua se intoxicarían con su propio veneno.
A las serpientes y a los envidiosos, hay que tenerles miedo por igual, solo abren la boca para lanzar su veneno.
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